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El Trastorno del Espectro Autista (TEA) es un término utilizado para describir un grupo de trastornos complicados del neurodesarrollo.
El espectro, más que describir la intensidad, representa una larga lista de diferentes síntomas que se han identificado como autismo.
Los síntomas comienzan a presentarse muy temprano en la infancia, y el trastorno afecta a todas las razas y etnias, aunque estadísticamente, actualmente se diagnostica a los niños con más frecuencia que a las niñas.
Si bien el autismo ha ido “en aumento” en el papel, es un trastorno con una herencia antigua y una historia desafortunada que a menudo se diagnostica erróneamente o es completamente invisible.
El autismo es una parte de la humanidad desde hace mucho tiempo y, según las estimaciones actuales, afecta Aproximadamente 1 de cada 59 niños en los Estados Unidos, con estudios en varios países que estiman que aproximadamente el 1-2 por ciento de los niños nacen con autismo.
Aunque el Trastorno del Espectro Autista afecta en gran medida al desarrollo, no causa, ni siempre está relacionado con la discapacidad intelectual.
Las estimaciones actuales indican que casi la mitad de los niños en el espectro tienen un intelecto promedio o superior al promedio.
Sin embargo, varias discapacidades diferentes se correlacionan con el autismo, incluidos los impedimentos del lenguaje y el habla, y aproximadamente el 83 por ciento de los casos de TEA coexisten con otra afección del desarrollo, mientras que el 10 por ciento también sufre una afección psiquiátrica.
El autismo comúnmente tiene síntomas físicos, siendo los más comunes problemas del tracto digestivo y epilepsia.
Lo que sabemos
Sabemos que el autismo comienza en el cerebro.
Si bien la lista de factores de riesgo y posibles causas aún no es concluyente, el autismo suele ser genético y está relacionado con infecciones virales durante el embarazo, otras afecciones genéticas o cromosómicas, nacimiento prematuro y la edad de los padres.
Una vez más, esta lista no es concluyente, lo que significa que a medida que aprendemos más sobre cómo y por qué se desarrolla esta afección, también podemos desarrollar una mayor comprensión de cómo podría mitigarse.
Algunas causas desacreditadas del autismo incluyen la teoría de la “madre refrigeradora” (que postula que una madre emocionalmente distante puede causar autismo), las vacunas (basadas en un estudio infame que desde entonces ha sido muy desacreditado), la anestesia y más.
Por otro lado, las tácticas de los vendedores de aceite de serpiente han llevado a una serie de curas falsas y dañinas para el autismo, incluidos los productos a base de lejía.
Debido a que el Trastorno del Espectro Autista coexiste con otras afecciones y sus síntomas son variados, el tratamiento es complejo y debe tener en cuenta una larga lista de síntomas y problemas diferentes.
Algunas terapias que han ayudado a los niños en el espectro a desarrollarse a un mejor ritmo incluyen el análisis conductual aplicado (ABA), la terapia del habla, el entrenamiento de habilidades y la medicación para tratar los síntomas físicos del trastorno.
Diagnóstico del autismo
En la actualidad, los médicos examinan a los niños pequeños en busca de síntomas de autismo para determinar si podrían estar en el espectro desde el principio.
Cuanto antes se identifique el trastorno, antes se podrá empezar a enseñar a un niño a lidiar con sus síntomas y a desarrollar los medios para crecer y aprender habilidades a un ritmo mejor de lo que lo haría sin ninguna ayuda.
Lo más temprano que se puede diagnosticar el autismo es aproximadamente de 12 a 18 meses, aunque es difícil detectar algunos casos de autismo tan temprano, y un diagnóstico definitivo solo se obtiene después de pruebas más rigurosas.
Es importante llevar a su hijo temprano a un médico para su chequeo regular, pero tenga en cuenta que los indicios de autismo pueden no significar necesariamente que su hijo esté en el espectro, hasta que ciertos síntomas se cristalicen.
Por lo general, a los 2 años, un diagnóstico realizado por un profesional puede considerarse confiable.
Los niños no se desarrollan en una línea de tiempo establecida, y hay mucho margen para las peculiaridades individuales y las diferencias de un niño a otro.
Pero los niños con autismo no solo son ligeramente diferentes: sus síntomas ocurren debido a un cambio fundamental en el cerebro, lo que causa problemas sensoriales y problemas con el lenguaje y el comportamiento en edades posteriores.
Si bien se están desarrollando nuevas técnicas para ayudar a detectar el autismo a tiempo, el diagnóstico del autismo es generalmente complicado.
Como trastorno del desarrollo, muchos niños con autismo muestran una variedad de síntomas diferentes que sugieren un desarrollo lento o retrasado, incluida la comunicación no verbal, arrebatos emocionales, movimientos y comportamientos restringidos o repetitivos, oraciones repetidas, distanciamiento y evitar constantemente el contacto visual.
Los niños con autismo pueden parecer retraídos y no se esfuerzan mucho por participar en el juego con otros o captar señales y habilidades más lentamente que sus compañeros.
Sin embargo, estas son pautas más que reglas estrictas.
El trastorno del espectro autista es increíblemente variado, lo que significa que hay niños diagnosticados con autismo que son bastante sociables, pero muestran problemas en otras capacidades, como el funcionamiento ejecutivo y la independencia.
¿Baja función?
¿Alta función?
Bajo funcionamiento y Autismo de alto funcionamientoson términos que no suelen utilizarse en ninguna literatura clínica.
En cambio, el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (5ª Edición) define el trastorno del espectro autista como categorizado en tres niveles, que se supone que proporcionan pautas para ayudar a los padres a comprender cuánto apoyo puede necesitar su hijo en el futuro.
La razón por la que el autismo de bajo y alto funcionamiento es un nombre inapropiado más que una etiqueta útil es porque la capacidad y la función son demasiado complejas para ser utilizadas como etiquetas.
Los niños y adultos con cierto nivel de autismo pueden no ser capaces de funcionar en un sentido, pero pueden sobresalir en otro.
Tratar de categorizar los casos en función de la cantidad de apoyo que se espera que requieran es más útil, pero evite pensar en el autismo como algo que se puede clasificar fácilmente.
La razón por la que existe el espectro es para evitar etiquetas restrictivas y/o autocumplidas.
Según el DSM 5, la clasificación de la gravedad del TEA es:
- Nivel 1 – Se necesita apoyo
- Nivel 2 – Se necesita un apoyo sustancial
- Nivel 3 – Se necesita un apoyo muy sustancial
Un problema con las etiquetas de bajo o alto funcionamiento es que lleva a algunos padres y educadores a sentir que los niños que son de alto funcionamiento requieren mucho menos apoyo, o incluso ningún apoyo.
Los niños con autismo requieren diferentes niveles y tipos de apoyo a lo largo de su vida.
Al principio, el enfoque puede estar en ayudarlos a desarrollar habilidades comunicativas simples y aprender el comportamiento social a través del juego, el juego de roles y el modelado del comportamiento de otras personas.
A medida que crecen, se vuelve importante que las lecciones y las terapias cambien hacia el manejo de las emociones, la participación en situaciones sociales más complejas y el desarrollo de habilidades para la independencia.
El soporte es fundamental
Para alguien con autismo, el mundo está construido y estructurado en torno a las necesidades y reglas de las personas neurotípicas, aquellas sin un comportamiento o pensamiento neurológicamente atípico.
Los adultos que fueron diagnosticados tardíamente recuerdan las inmensas dificultades que experimentaron al tratar de hacer frente a toda la extrañeza que conlleva el mundo, desde su falta de comprensión de señales sociales específicas hasta la lucha por mantenerse al día con sus compañeros, pasando por el acoso y la vergüenza que alimentaron sus ansiedades y problemas existentes.
Independientemente de la gravedad de la persona, el autismo es una condición que requiere apoyo persistente y temprano.
Si bien el tratamiento no debe centrarse en tratar de imponer la “normalidad” a un niño con autismo, está destinado a dotarlos de las herramientas necesarias para hacer frente a su entorno e interactuar de manera más fluida con sus compañeros a cualquier edad y en cualquier etapa del desarrollo, desde los años de jardín de infantes hasta la adultez temprana.
La importancia de la intervención temprana
Las intervenciones y los estilos de tratamiento, como el análisis conductual aplicado, ayudan a las personas en el espectro de todas las edades a desarrollar los medios para superar los problemas de comportamiento y los arrebatos emocionales, aprender necesariamente habilidades comunicativas e incluso aprender habilidades críticas para el funcionamiento ejecutivo independiente, desde organizar los pensamientos y formar listas de tareas pendientes, hasta hacer las compras, equilibrar una chequera y limpiar en casa.